
Cielos de miel y barro es una epopeya rural que rescata la vida cotidiana y los secretos de una familia castellana a comienzos del siglo XX. Inés Gestoso nos transporta a Villaveza de Valverde, en un mundo supersticiones y silencios, donde los destinos se entrelazan entre la fe, la tierra y la supervivencia.
Sus personajes encarnan generaciones marcadas por la dureza del campo y las normas implacables de una sociedad que dicta el lugar de cada uno, especialmente el de las mujeres. Entre la tragedia y la esperanza, la autora construye un retrato coral que combina lirismo y realismo con una fuerza conmovedora.
A través de su prosa cuidada, Gestoso convierte cada gesto cotidiano en un acto de resistencia y amor. Una novela que huele a pan recién hecho, a barro húmedo y a memoria ancestral: un viaje hacia los orígenes y la dignidad de lo vivido.

Descripción
En Cielos de miel y barro la memoria rural late con fuerza en cada página. Esta novela nos sumerge en un mundo ya desaparecido, donde los surcos de la tierra eran también los del destino, y donde el amor, el deber, la pérdida y la esperanza se entrelazan con la misma intensidad con la que se pisaba la uva durante la vendimia.
Con una prosa rica en matices y una delicadeza narrativa que recuerda a Delibes o Ana María Matute, la autora reconstruye la vida de varias generaciones marcadas por las estaciones del campo y los ciclos familiares. La historia de Donato, Marcela, Tomás, Lorenza y Celerina nos llega como una confesión íntima, como un álbum de recuerdos rescatado del desván de la memoria colectiva.
No hay nostalgia impostada ni idealización edulcorada: aquí el barro ensucia, la nieve aísla y el amor no siempre trae hijos. Y, sin embargo, también hay belleza en los gestos cotidianos, humor en lo inesperado y ternura en los silencios compartidos.
Esta es una novela de raíces profundas, que honra a los que vivieron con lo justo y amaron con lo que tenían. Una obra que invita a detenerse, a escuchar la voz de las mujeres y hombres que construyeron su vida con las manos, y a reconocer que, en lo sencillo, también habita lo eterno.
Cielos de miel y barro es, en definitiva, un homenaje emocionado y luminoso a la vida rural de antaño. Una lectura que deja poso. Como el buen vino.